Las principales noticias económicas de las últimas semanas han sido sobre inflación. Desde julio de 2021, la variación mensual del IPC ha sido consistente con una inflación anual que está fuera del rango que el Banco Central (BC) se ha fijado como meta—entre 2% y 4% anual. Desde marzo la inflación acumulada en doce meses no ha dejado de crecer mes a mes. En julio ya superaba la meta (4,5%), en diciembre cerró en 7,2% y después de enero quedó en 7,7%, cifras no vistas desde 2008.
El BC, ya en agosto del año pasado, decidió duplicar la tasa de interés de política monetaria (TPM), que se encontraba en 0,75%. Luego hemos visto tres incrementos sucesivos, dejando la TPM en 5,5%. La Encuesta de Expectativas Económicas que el BC publicó hace poco muestra que los analistas económicos creen que en marzo la tasa estará en 6,75%. En cuanto a la inflación, en enero había expectativas de 4,7% para 2022, pero ahora la apuesta subió a 5,3%. Es más, de cumplirse los pronósticos de inflación para febrero y marzo, a fines de marzo tendríamos una inflación interanual de 8,5%.
La inflación disminuye nuestro poder adquisitivo: es como un impuesto regresivo, pues afecta predominantemente a aquellos más pobres, es decir, aquellos que consumen la mayor parte de sus ingresos y ahorran menos. ¿Qué pueden hacer los consumidores en este escenario? O consumen menos bienes y servicios, o gastan más, no hay alternativa.
Sin embargo, como inversionistas el rango de posibilidades es mucho más amplio. Una primera opción es depositar el dinero a plazo en un banco. Esta es probablemente la alternativa de inversión más extendida en Chile, y que hoy ofrece rendimientos nominales mayores que hace unos meses. Pero hay que revisar si esto compensa la inflación esperada. Y si bien hay depósitos en UF, estos requieren montos mayores y la tasa real que ofrecen es extremadamente baja, lo que no sorprende al ser una alternativa muy conservadora.
Otro refugio muy discutido es el de instrumentos de renta fija indexados a la inflación. En EE. UU. existen bonos del Tesoro cuyo pago se reajusta por inflación. También los hay en Chile (denominados en UF). Pero estos no son la panacea: al comprarlos, el precio incorpora una expectativa de inflación. Y si esta expectativa termina siendo más alta que la inflación efectiva, entonces la renta fija equivalente pero no indexada terminará entregando rendimientos mayores.
Se mencionan también las propiedades. Pero para muchos eso representaría parte importante de sus ahorros, por lo que automáticamente se pierden los beneficios de diversificar. Otra alternativa son las materias primas, pues hay quienes esperan que en un escenario de alta inflación mundial sus precios suban. El problema aquí es que la volatilidad de estos precios puede llegar a ser muy alta, por lo que no constituye una alternativa adecuada para quienes tienen menos tolerancia al riesgo.
En Altafid creemos que para el inversionista promedio, que busca proteger su capital y no pretende incurrir en riesgos muy altos, una estrategia inteligente es invertir con mirada de largo plazo en una cartera bien diversificada entre renta fija y renta variable, a través de distintos sectores de la economía y en distintos países y monedas. El monto en renta fija puede ajustarse según el perfil de riesgo. Además, la gestión puede incluir ajustes en la duración de los instrumentos elegidos ante cambios en las perspectivas de inflación y, por consiguiente, de tasas de interés. En cuanto a la renta variable, esta puede actuar como un buen refugio contra la inflación en el largo plazo, a pesar de que en el corto plazo se pueda ver afectada por mayores tasas de interés. Ahora bien, esto implica horizontes más largos de inversión y soportar mayores niveles de riesgo.
Como podemos ver, no existen alternativas mágicas para protegerse de la inflación. Lo mejor es asesorarse bien para capear el temporal de manera efectiva, sin quedarse atrás y protegiendo nuestro patrimonio.
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