La última Cumbre del Mercosur, donde se reunieron los presidentes de los países integrantes del bloque, generó tensiones. La intención de Uruguay de abrirse a acuerdos con otros países por fuera del bloque llevó a Argentina a acusarlos de romper las reglas. ¿Será este el principio del fin del Mercosur?
El Mercado Común del Sur (Mercosur) es un bloque comercial y aduanero establecido en 1991, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay—Bolivia actualmente está en proceso de incorporación. Los principales objetivos del Mercosur son promover la integración económica y cooperación entre sus miembros, facilitando la libre movilidad de bienes y personas dentro de la región. También busca desarrollar políticas y regulaciones, a nivel del bloque, en áreas como agricultura, industria, comercio y energía. Ahora bien, en la práctica el Mercosur actúa también como un muro proteccionista para las industrias locales. No por nada los turistas chilenos que viajan a Brasil, por ejemplo, se sorprenden de los precios de productos como zapatillas y automóviles en ese país.
Ser miembro del Mercosur tiene beneficios, como acceso a un mercado de más de 260 millones de personas con un PIB de más de USD 2 billones, mayor comercio y cooperación económica con otros países miembros y acceso a políticas y regulaciones comunes que ayudan a reducir barreras comerciales.
No obstante, también existen notorias desventajas de incorporarse al Mercosur, lo que explica que Chile, correctamente a mi juicio, haya decidido hasta ahora no integrarse. Primero, los países deben cumplir con las políticas y regulaciones comunes del bloque, lo que involucraría ajustes en nuestras leyes. Pero la desventaja más importante es la notoria inflexibilidad que adquiriría nuestra política comercial, ya que los miembros están imposibilitados de realizar acuerdos comerciales sin la aprobación del resto. Esto es razonable si se quiere establecer una unión aduanera, pero en el caso chilenos adaptarse a una unión como la del Mercosur implicaría tener aranceles más altos. La flexibilidad y autonomía que ha tenido el país para firmar acuerdos de libre comercio no existiría y, con toda seguridad, estaríamos pagando precios mucho mayores por una gran cantidad de productos importados a los que los chilenos se acostumbraron a tener acceso. A pesar de estas diferencias, Chile ha mantenido relaciones cordiales con el Mercosur y se ha involucrado en negociaciones ocasionales con el grupo.
Uruguay se ha encontrado con estos problemas desde hace más de un año, cuando su gobierno anunció su voluntad de buscar acuerdos comerciales por fuera del bloque. El principal opositor es Argentina, cuyo gobierno no muestra interés en reducir aranceles al nivel que buscan los uruguayos (Brasil y Paraguay han mostrado más apoyo a Uruguay). Más específicamente, Uruguay quiere unirse al Acuerdo Transpacífico o TPP11, el mismo del que Chile forma parte.
Claramente Uruguay se beneficiaría si el Mercosur profundizara su integración comercial con otros países y bloques. Sin embargo, esto se ve difícil en el corto plazo. El nuevo gobierno brasileño será decisivo para decidir que rumbo toma la alianza, ya que, junto con Argentina, representan cerca del 90% de la economía del Mercosur. Uruguay, al ser un país pequeño, podría beneficiarse mucho de un modelo similar al de Singapur, pero ello no es posible como miembro del Mercosur. Hoy es un país muy cerrado si lo comparamos con Chile. Al mismo tiempo, casi un tercio de su comercio es con los países del Mercosur, por lo que romper con el bloque es una alternativa muy costosa. Es por esto que estimo poco probable que el acuerdo se rompa: habrá negociaciones y se llegará a algún acuerdo que flexibilice las normas. En el caso de Chile, me parece muy claro que unirse al Mercosur traería muchos más costos que beneficios. Es mejor que Chile retenga su capacidad de negociar de manera independiente, sin restricciones de otros países de la región.
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