Muchos inversionistas utilizan la curva de rendimientos de bonos del Tesoro de Estados Unidos como termómetro de la situación económica, ya que la relación entre las tasas largas y cortas entrega información sobre cómo los participantes del mercado evalúan los riesgos y retornos a distintos plazos.
En condiciones normales, los inversionistas exigen un retorno adicional por comprar bonos de largo plazo en vez de corto plazo, lo cual se conoce como prima por plazo. Los inversionistas están siendo compensados por incurrir en un riesgo adicional.
El término prima por plazo es intuitivo. Sin embargo, cuando los inversionistas están preocupados por el futuro, aumentan sus compras de bonos a largo plazo. Esta mayor demanda hace que suban los precios de los bonos a largo plazo, disminuyendo las tasas o retornos que entregan. En un caso extremo, las tasas de largo plazo podrían caer lo suficiente como para que la prima por plazo se vuelva negativa. Más aún, si el escenario que vislumbran es malo, esperarán que la Reserva Federal reduzca los tipos de interés, por lo que conviene comprar instrumentos de largo plazo que aseguren rendimientos mayores.
Lo normal es observar una curva donde mayores plazos se traducen en mayores rendimientos. Cuando la curva se invierte, observamos lo contrario. Por ejemplo, el bono a 10 años rinde menos que aquel a 2 años. De hecho, la diferencia entre estos dos plazos es una de las más observadas por los analistas. Es fácil entender por qué la diferencia entre los tipos que pagan estos dos instrumentos se ha vuelto tan relevante: en las últimas 6 recesiones la curva de tasas se ha invertido antes de que ellas ocurrieran. Por esto, un diferencial que favorezca a los bonos a 2 años se interpreta como señal de una recesión cercana.
Por lo tanto, no es extraño que la reciente inversión de la curva de rendimiento, desde julio de 2022, se haya tomado como una señal de recesión.

Sin embargo, consideramos que este razonamiento es incorrecto: nos encontramos frente a una correlación que no implica causalidad. Desde junio de 1976, la curva de tasas se ha invertido 33 veces y, por lo general, pasan muchos años entre la reversión y el comienzo de una recesión (más de tres años en promedio). Más aún, en las 33 oportunidades en que se ha revertido la curva de rendimientos, solamente en 8 ocasiones hemos observado recesiones en los siguiente doce meses a la inversión.
En cuanto a la renta variable, estos mercados generalmente continúan subiendo cuando se invierte la curva de rendimientos (ver Figura 2). De este modo, consideramos que la curva de rendimientos no ofrece información suficiente para predecir una recesión o un retroceso de las acciones.
Dicho esto, creemos que el entorno económico y político actual hace más probable una desaceleración del crecimiento mundial y probablemente añadirá volatilidad a los mercados accionarios. Sin embargo, la sólida economía actual, con un mercado laboral con bajo desempleo y reportes de empresas mejores que lo esperado, es un indicio que nos hace creer que no habrá recesión en EE.UU. en los próximos doce meses.
En los últimos 40 años, el diferencial de tasas entre los bonos del Tesoro a 10 y 2 años se ha vuelto negativo varias veces antes, durante y después de las recesiones. Durante estos 40 años, el tiempo promedio entre que se observa una curva de rendimientos invertida y el comienzo de la próxima recesión ha sido de 20 meses, con un amplio rango de aproximadamente 9 a 34 meses. Por lo tanto, la relación entre una curva de rendimiento invertida y el inicio de una recesión es ambigua en el mejor de los casos.
Más aún, el rendimiento promedio del mercado accionario de EE.UU. desde que se invierte la curva hasta el siguiente máximo que precede a la recesión es superior al 30%. Esto muestra que una gran cantidad de acciones siguen valorizándose aun cuando la curva de rendimientos se invierta.

El National Bureau of Economic Research (NBER) define una recesión como “una disminución significativa de la actividad económica a través de la economía, con duración de más de algunos meses, normalmente visible en el PIB real, ingreso real, el empleo, la producción industrial y las ventas.” Actualmente, en líneas generales, ninguna de estas variables se ha deteriorado significativamente. De hecho, algunos de estos indicadores muestran gran solidez (por ejemplo, el empleo). Por supuesto, factores geopolíticos, como la invasión de Rusia a Ucrania, pueden generar graves consecuencias sobre los mercados de renta variable, pero hasta el momento los efectos en Estados Unidos han sido acotados.
En nuestra opinión, no sería sorprendente observar una mayor volatilidad del mercado ni tampoco una corrección en los mercados accionarios de EE.UU. a corto plazo, pero no prevemos una recesión en EE.UU. en los próximos 12 meses. Por lo tanto, seguimos siendo cuidadosamente optimistas sobre el mercado de renta variable y percibimos la volatilidad como una oportunidad de inversión en lugar de una amenaza.
El índice S&P 500 es un índice estadounidense diversificado de gran capitalización que incluye empresas en los once sectores GICS. El PIB, Producto Interno Bruto, es el valor total de los bienes y servicios producidos en el territorio de un país en un periodo determinado.
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